Chocolate, ¡Un pecado muy sano!

El alimento de los dioses, así veneraban la antigua civilización azteca al chocolate. Y no podían tener más razón porque, no solo se trata de un placer divino sino que además puede resultar muy beneficioso para nuestra salud si sabemos cómo consumirlo.
El chocolate es rico en minerales tales como el zinc, el calcio, el magnesio, el hierro y el potasio, así como en vitamina B9 (ácido fólico).
También ejerce un papel como antioxidante, lo cual combate el envejecimiento celular y otras enfermedades degenerativas importantes. Los pigmentos naturales del cacao, llamados flavonoides, previenen la aparición del colesterol malo, evitando la formación de placas de ateroma e impidiendo la obstrucción de las arterias.
Del mismo modo que favorece a nuestro corazón, ayuda a nuestro rendimiento intelectual. Esto es gracias a una sustancia llamada teobromina, la cual estimula nuestro sistema nervioso y reduce la fatiga mental. Induce también a la producción de triptófano, una sustancia que se encuentra estrictamente vinculada a la serotonina, la hormona de la felicidad, lo que nos ayudará a levantar el ánimo.
Pero antes de correr al supermercado a saquear la estantería de Nestlé, ¡ESPERA! Recuerda que no hay que caer en los excesos.
El consumo ideal de chocolate seria unas 3 onzas diarias (85gr aproximadamente) y, preferiblemente, uno que contenga una concentración de cacao superior al 65% ya que, cuanto más puro sea, más flavonoides contendrá y, por lo tanto, más poder antioxidante y antiinflamatorio. Además el chocolate con leche o el blanco tienen un aporte calórico mucho más elevado, así como de azúcar y de grasas saturadas.

En resumen, ¡buenas noticias! Ya podemos empezar a endulzar nuestros paladares un poquito cada día sin tener remordimientos de conciencia. 

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